Desfile de Calendas, emotiva celebración por las calles de Oaxaca

Desfile de Calendas, emotiva celebración por las calles de Oaxaca

¡A marchar y a vivir el momento! Los Desfiles de Delegaciones son un momento muy esperado por los miles de asistentes a la Guelaguetza y se realizarán los sábados 23 y 30 de julio, previo a los dos Lunes del Cerro, que en esta ocasión se celebrarán los lunes 25 de junio y 1 de agosto.

El programa para recibir a los turistas abarca el lapso de los Lunes del Cerro, aunque la idea de la Guelaguetza lleva emparejada por lo menos tres grandes elementos, porque es un instante de apertura de Oaxaca y, antes que nada, un festejo de los oaxaqueños.

El primero, y para muchos el más importante, es el día de la Virgen del Carmen, santa patrona de la otrora Verde Antequera.

Al llegar los conquistadores españoles a la región de los Valles, lo primero que hicieron fue sustituir los templos en donde se celebraba el culto a deidades indígenas con ermitas para el culto cristiano. En 1696 se sustituyó el teocalli de Huaxyacac con la ermita de Nuestra Señora del Monte Carmelo, y con ello también el festejo en honor al maíz de los indígenas.

Era en el mes de julio también en que se celebraba la Fiesta de los Señores, en el marco de los festejos del maíz, el Bani Stui Gulal en honor de la diosa Centéotl, que involucraba el sacrificio de una doncella. Todos los cortejos iban directo al cerro Danina Yaloani, que significa Bella Vista. Tras la Conquista, el cerro donde se llevaba a cabo el drama anual, se rebautizó como del Fortín.

Fue en 1932 que los oaxaqueños comenzaron los festejos de la Guelaguetza, con el nombre de homenaje racial, porque además de que la ciudad cumplía 400 años, la sociedad trataba de dejar atrás las duras pruebas del sismo de 8.2 grados del 3 de junio. La palabra Guelaguetza significa amistad, ofrenda, simpatía, cariño, cooperación, reciprocidad. Lo que Oaxaca necesitaba entonces.

El segundo elemento que representa la actual Guelaguetza es el desfile o Calenda, que, según el autor Jesús Lizama, sólo se llama así porque se asemeja a esas prácticas religiosas oaxaqueñas, pero de festejo religioso poco tiene que ver y tal desfile sólo se estableció como elemento del programa anual desde 1988 aunque ya forma parte inseparable de las festividades.

“Anteriormente se había mencionado que la principal función de las calendas era comunicar que, en la fiesta del vecindario, en los días siguientes, se celebraría la fase principal de las actividades; por eso se recorrían las calles del barrio e, incluso, llegaban otros con el fin de invitarlos a participar en la celebración de un símbolo religioso”, escribe Lizama en su estudio Los Rituales de la Guelaguetza.

Muchos autores coinciden en que llamarle calenda al desfile es una denominación impropia, porque lo que ocurre en el desfile de las delegaciones está lejos de ser una festividad religiosa. De hecho, aunque respiran un aire muy de religiosidad de pueblo español, las calendas se pueden rastrear en el periodo de 1937 a 1946.

No se tiene certeza de porqué las autoridades de la ciudad en ese entonces optaron por añadir el desfile al programa, pero se intuye que en la época se trataba de crear un momento para celebrar a la ciudad y todas sus características. Un evento para caracterizar cada uno de los segmentos de la sociedad y crear además un momento para favorecer el intercambio comercial, eso es y será siempre.

La primera calenda o desfile fue en escolta de la diosa Centéotl, representada primero para subir el cerro del Fortín y luego para bajarlo. Afirman especialistas que a las Calendas también se les llamaba convites, y muchos se siguen refiriendo a ella de esa forma. Fue hasta 1941, como queda consignado en los diarios de la época, que se realizaron dos desfiles, uno para cada Lunes del Cerro.

El tercer elemento es la catarsis que significaba el desfile para el pueblo oaxaqueño. La reafirmación de su identidad, aunque esta, como podía notarse sólo al ver a los marchantes, estaba conformada por múltiples idiosincrasias y cosmogonías. Pero eso no les evitaba subir y bajar el Fortín. Eran encabezados por los jóvenes de la sociedad, la flor y nata de la ciudad. Inconscientemente era buscar el futuro.

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Eran alumnas de edad escolar las que integraban la corte de Centéotl. Iban del Palacio Municipal, escoltadas por miembros de la Asociación de Charros Oaxaqueños, la Banda de Música Municipal y otros alumnos que, cuales siervos, seguían el carro alegórico. Seguía el festejo en la cima del cerro y luego iniciaba el descenso. Pero ahora escoltados por los vecinos, de vuelta al Palacio Municipal.

Como dijo George Geothas: “El ritual trata del origen y destino, de principio y de fin, lanzándonos a unas medidas que están fuera del tiempo ordinario”. Así, el desfile que será una vez más escenificado como infaltable ritual de las ocho regiones de Oaxaca los 23 y 30 de julio próximos, es un evento que habrá que presenciar y guardar en la memoria: la unión del espacio y el tiempo de Oaxaca.


No te extravíes, así puedes llegar

El lugar en donde todo ocurrirá es la otrora Rotonda de la Azucena. Ahí se edificó desde 1974 el Auditorio Guelaguetza, justo en el cerro del Fortín. Se ubica a la salida de la ciudad de Oaxaca de Juárez, sobre la carretera internacional. Desde el Centro Histórico se ofrecen varios servicios de transporte gratuito, pero habrá que hacer fila, porque hay una enorme demanda por esas fechas.

Otro medio es el transporte público, que pasa por la calle Crespo. Sin embargo, también es una tradición de muchos hacer la marcha hasta el lugar partiendo desde el Centro Histórico. No faltará el contingente de entusiastas de la Guelaguetza que quiera caminar los 35 minutos al Auditorio. Opciones hay.