Concluido el primer año de implementación del programa “Jóvenes Construyendo el Futuro” (JCF) en la Zona Arqueológica de Tula, los resultados de esta iniciativa del Gobierno de México se reflejan en dos vertientes: la mayoría de los becarios han conseguido un trabajo formal o han retomado sus estudios y un creciente interés en la región para capacitarse dentro de la antigua capital tolteca.
Entre 2019 y 2020, un grupo de 30 personas de los municipios de Tula de Allende, Tlahuelilpan, Mixquiahuala y Atotonilco de Tula, entre otros, se sumaron a la recuperación y dignificación de los monumentos arqueológicos en la llamada ‘Ciudad de los Atlantes’, logrando mejorar la imagen de andadores, plazas, áreas jardinadas y otras instalaciones que forman parte de este sitio resguardado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Bajo la tutoría de los arqueólogos Alejandro Gasca Cruz y Luis Manuel Gamboa Cabezas, los becarios también participaron en labores de mantenimiento dentro del área conocida como Tula Chico, la cual no está abierta a la visita pública pero que, por su temporalidad (hacia el siglo VII), se considera un antecedente del área nuclear de la urbe, la cual tuvo su apogeo entre los años 900 y 1100 d.C.
En entrevista virtual, los exbecarios Jazmín Olguín Mendoza y Daniel Muñoz Hernández, licenciados en Derecho y Turismo, respectivamente, reconocieron la valía del programa JCF, porque no únicamente les permitió adentrarse al ámbito laboral, sino que significó un espacio crecimiento personal y comunitario.
, No únicamente les permitió adentrarse al ámbito laboral, sino que significó un espacio crecimiento personal y comunitario
“El programa fue muy profesional y humano para todos –comentó Jazmín Olguín–. Al final de la estancia, muchos chicos concretaron un empleo formal. Aquellos que tenían licenciatura prosiguieron sus estudios de grado, mientras que otros, con preparatoria trunca o que no habían podido acceder a la educación primaria, decidieron retomar o iniciar su formación académica”.
El impacto del programa federal se ve, según lo referido por ambos jóvenes, en que ya son muchos los vecinos de la región, aquellos que “se quedaron con la espinita” de sumarse al primer grupo, que se están registrando en la plataforma de JCF, habilitada por la Secretaría del Trabajo y Previsión Social.
Daniel Muñoz destacó la sinergia que se dio entre los becarios, ya que al oscilar todos entre los 18 y los 29 años, fue ese rango generacional el denominador común del cual partieron, sin importar su lugar de origen, profesión u ocupación.
“Muchos proveníamos de la colonia El Tesoro –también llamada 16 de Enero y que es la más cercana al sitio arqueológico–, por lo que aunque no teníamos amistad previa, sí nos conocíamos de vista”.
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En representación de sus compañeros, los dos jóvenes señalaron que aunque hay arraigo de los habitantes de Tula y sus municipios periféricos hacia la zona arqueológica, ya que en las escuelas se les hace énfasis en conocer su historia y cultura, la estancia dentro del sitio patrimonial les permitió fortalecerlo más.
Además de las labores de poda y mantenimiento en los espacios con monumentos, también se les capacitó en labores administrativas, en el inventariado y la clasificación de piezas arqueológicas y restos óseos de la bodega del sitio, así como en la realización de actividades de difusión, como un curso de verano, realizado entre julio y agosto de 2019, en colaboración con la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas.
“Al estar en la zona tuvimos el acercamiento a datos que no conocíamos, pese a ser de la región de Tula, y si bien no realizamos arqueología en forma, sí aprendimos mucho de la historia de nuestro país, del quehacer del INAH y de cultura general, conocimientos necesarios a cualquier nivel y en la vida cotidiana”, concluyó Jazmín Olguín.