Quienes participaron en el asesinato Hipólito Mora, exlíder de las autodefensas de Michoacán y de sus escoltas, tenían claro que debían de terminar con su vida sin miramientos. Cerca de mil balazos habrían disparado.
Medios locales informan que al momento de que la camioneta de Hipólito se estaba incendiando, producto de la explosión de las granadas de fragmentación, el fundador de las autodefensas tuvo que salir de ella para tratar de salvarse, momento que aprovecharon los sicarios para tirarle a quemarropa.
También se dice que, en ese momento, Hipólito Mora recibió un balazo en la cabeza y murió de forma instantánea.
Ha trascendido que uno de sus escoltas presentaba tres balazos en la cabeza y, una vez que lo mataron, los homicidas le prendieron fuego, mientras que a un segundo policía tenía dos impactos, y al tercer agente le dieron un tiro en la cabeza.
Personal especializado en materia pericial levantó en el lugar de los hechos cerca de mil cartuchos percutidos calibre 7.62×39, tipo AK-47 «Cuerno de chivo”, .223 tipo AR-15 y G-3, de los que utiliza el Ejército mexicano.
En el tercer ataque que sufrió Hipólito en su contra fue abatido a mansalva por los sujetos armados que estaban parapetados en diferentes puntos.
En La Ruana se percibe un ambiente tenso. El 24 de febrero del 2013, Hipólito se levantó en armas para pelear por su pueblo, por su gente y contra “Los Caballeros Templarios”.
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Después de 10 años y cuatro meses, Hipólito siguió pidiendo la ayuda de los gobiernos federal y estatal para que entraran a su pueblo y acabaran con el grupo delictivo que opera en esta localidad, sin embargo, lo único que le recomendaban era que ya no regresara a su pueblo.