En busca de repetir como campeones del fútbol masculino de los Juegos Olímpicos, Brasil superó el martes 4-1 a México 4-1 en una tanda de penales después que el tiempo reglamentario y un alargue terminaron sin goles.
La Verdeamarela se desquitó así en semis del Tri, su verdugo en la final olímpica de Londres 2012. Los brasileños al menos ya aseguran la medalla de plata y a los mexicanos les queda la disputa de la presea de bronce.
“Los Juegos tienen una relevancia grande y Brasil ha ido creciendo en cada partido”, destacó su técnico André Jardine. “Brasil procuró buscar la victoria, llevó la iniciativa, se arriesgó más y fue recompensado con la clasificación”.
Dani Alves, Gabriel Martinelli, Bruno Guimaraes y Reinier metieron los penales por Brasil, mientras que México falló con Eduardo Aguirre, cuyo disparo fue atajado por el arquero Santos, y Johan Vásquez estrelló el suyo a un poste seguidamente. Carlos Rodríguez, el tercer tirador, metió su cobro.
“Se peleó hasta el final, luego los penales… y nos tocó la peor parte”, dijo el delantero Uriel Antuna.
Brasil, que ganó finalmente el oro en la final de Río 2016 con Neymar, buscará colgarse su segundo el sábado contra España, que venció 1-0 a Japón — en otro partido que se fue a una prórroga — en Saitama.
Ese partido se disputará en el estadio de Yokohama, uno que trae gratos recuerdos al fútbol brasileño. Fue allí donde Brasil alcanzó el pentacampeonato mundial en 2002, con el tridente ofensivo conformado por Ronaldo, Ronaldinho y Rivaldo.
México, en cambio, tratará de rescatar el bronce contra los anfitriones de los Juegos.
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“Nos toca levantar la cabeza, apoyar a los compañeros que fallaron los penales. El equipo sigue unido para lucha por esa medalla (bronce)”, dijo Antuna.
Brasil salió con todo desde el vamos y generó buenas llegadas en los primeros pasajes. El arquero Guillermo Ochoa neutralizó en buena forma la primera clara de los brasileños, repeliendo un remate de Guilherme Arana a los 15 minutos.
A México, el equipo más contundente del torneo, con 14 goles en las dos primeras rondas, le costaba retener el balón y frenar a un rival que buscaba dar el zarpazo temprano.