El Tamal, una comunidad perteneciente al municipio de Pinotepa Nacional con poco más de 200 habitantes –la mayoría afromexicanos– es el lugar que ha visto crecer y desarrollarse como una gran artista plástica a Yuyé Hernández.
Ella es una mujer que no conoce límites; todo lo que se propone siempre lo logra, porque cada dificultad que ha enfrentado en la vida, la toma como una oportunidad para ser mejor cada día.
Yuyé nació sin sus brazos, pero ni eso la detuvo y convirtió a sus pies en los “mil usos”, como ella misma lo señala, ya que los utiliza para caminar, correr, bailar, pero también para peinarse, maquillarse y, lo que más disfruta, tomar los pinceles para mezclar colores y crear grandes obras de arte.
“Soy una mujer que no tiene impedimentos para hacer cosas, todo lo he logrado. Dicen que no es fácil, pero para mi es un reto que tomo en la vida, porque la vida no es fácil ni es color de rosa, la vida se hizo para luchar con lo que venga”, dice la artista de unos 40 años de edad.
Sentada en una pequeña silla de madera y acompañada de su perro Petrix, la artista afromexicana comparte que desde que tenía uso de razón le ha gustado dibujar y pintar; sin embargo, fue hasta los 14 años cuando ingresó a un primer taller organizado, en una comunidad cercana, por un sacerdote originario de Trinidad y Tobago.
“A partir de ahí empecé a ver el mundo diferente y cómo uno como ser humano puede crear a partir de sus ideas, entre su imaginación, entre el mundo que a veces no existe y que uno quisiera que existiera en un lienzo, en una gráfica o una pintura”, narra.
Desde entonces, Yuyé se dedicó a pintar y fue descubriendo más del mundo del arte; años después ingresó a la universidad para aprender técnicas, “porque en una universidad al estudiante únicamente le enseñan técnicas, con el tiempo el artista va descubriendo su propio estilo y sus propios colores que lo definen como ser humano y como artista”, señala.
En sus primeros trabajos, Yuyé empezó a plasmar su visión sobre la cultura afromexicana, sobre el derecho al reconocimiento a la tercera raíz asentada en las costas de Guerrero y de Oaxaca, ya que eran invisibilizados.
“Empecé a pintar rostros afro, porque era una forma de decir: somos seres humanos, existimos, tenemos los mismos derechos que cualquier ser humano. Actualmente, cambié mis técnicas y mis temas en el mundo del arte, ahorita estoy en la lucha por el reconocimiento afromexicano de la mujer. Estoy enfocada en la mujer, porque es un derecho que se nos ha negado a nosotras las mujeres afromexicanas, y más en las comunidades pequeñas, donde la mujer es discriminada, donde la mujer no tiene derechos”, dice.
La mujer afromexicana ha luchado por ser una artista reconocida a nivel nacional, pero también internacional, de ahí que su trabajo se ha expuesto en Estados Unidos, Japón y países del continente africano.
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Yuyé pide a las personas que tienen alguna discapacidad a que no se detengan, que enfrenten sus miedos y logren sus sueños; mientras que al resto de la sociedad, pide que no se burlen de ellos y que se pongan en su lugar, porque son seres humanos que tienen los mismo derechos.