Ser empresario ha limitado mi fotografía, pero no me arrepiento: Pedro Valtierra

Ser empresario ha limitado mi fotografía, pero no me arrepiento: Pedro Valtierra

Pedro Valtierra (Fresnillo, Zacatecas, 1955), uno de los fotoperiodistas más destacados de su generación, admirado en México y en el extranjero, reconocido por historiadores de la imagen, y respetado por jóvenes aprendices que ven en él la quintaesencia del fotógrafo de la vieja guardia, ha vivido más de tres décadas con una deuda pendiente.

Su deuda es con la calle, una de sus grandes pasiones, que abandonó para dirigir de tiempo completo la agencia Cuartoscuro. Esto ocurrió en 1986 y desde entonces ha estado atado a esta labor editorial -y empresarial, desde luego-, que le ha impedido recorrer y fotografiar el país como quisiera.

Sus salidas fueron cada vez más esporádicas y desde entonces no ha vuelto a vivir la intensidad del diarismo, tal y como lo experimentó por primera vez en 1977, cuando ingresó al periódico El Sol de México, y que vivió con vehemencia cuando se integró, un año después, al Unomásuno de Manuel Becerra Acosta. En esta época se devoró el mundo, sin descanso, pero el bocado le duró muy poco, apenas siete años. De 1984 a 1986 trabajó en La Jornada, pero como jefe de fotografía.

Un poco antes, en 1973, y esto vale la pena precisarlo, fue laboratorista, para después, en 1975, convertirse en fotógrafo en la Presidencia de la República en el sexenio de Luis Echeverría Álvarez.

Ahora, con una profunda experiencia y con numerosas imágenes que son ya clásicas dentro de la historia de la fotografía mexicana, desea saldar esa deuda – “…ya no estoy joven, pero aún tengo fuerza”- con una serie de retratos que ya realiza en Fresnillo, su tierra.

No será fácil, pues aún debe dividir su tiempo entre la agencia, siempre la agencia, y la revisión de su archivo, conformado por 350 mil fotografías, que piensa donar a una institución pública.

Mi trabajo está en la calle

– ¿Qué tanto se ha frustrado tu obra personal por dedicarte de lleno a la agencia?

-Me ha limitado mucho a producir, a trabajar. No tuve mucha oportunidad de seguir chambeando y hacer lo que yo quiero; ahora quiero recuperar un poco esa parte. No estoy arrepentido, me ha ido bien. Pero me hubiera gustado fotografiar más. Yo soy fotógrafo y eso es lo que me apasiona, lo que me gusta.

Lamentablemente, esta dinámica de ser empresario y estar coordinando cosas me ha limitado en la creación fotográfica. Yo no quisiera decirlo, pero bueno, lo sé. Por otro lado, no tenía alternativas. Viví momentos complicados, temas difíciles. Mientras trabajaba en La Jornada, tuve problemas políticos; llegaron momentos muy complicados para mí.

La vida misma, la necesidad, me llevó a hacer esto que hice, a buscar alternativas. Si yo hubiera seguido en La Jornada, quizá me hubieran corrido y me hubiera quedado sin nada. Jugué como la vida se presentó, no me quejé. No me quedó otra alternativa que esforzarme y trabajar, y no me ha ido mal.

Pero sí quiero volver a la calle, mi trabajo está ahí. Cuando tengo crisis, la mejor manera de resolverlo es salir a la calle y trabajar. Quiero hacer eso más seguido.

– ¿Cómo ves tu trabajo ahora, 40 años después?

-Nunca me felicito por el trabajo, pero me gusta. Me gusta que haya logrado permanecer ahí y verlo ya históricamente. Sin embargo, mi trabajo en Nicaragua, en Chiapas, siempre lo cuestioné mucho. Critico mucho mi producción, porque digo: “Pude haber hecho mejores cosas”, “pude haber hecho mejor trabajo”. Pese a todo, veo que quedó bien.

De repente me critican mucho que no haya cambiado mi estilo. Les digo que no necesito cambiar de estilo, ni cambiar mis intereses; mi fotografía social es lo que más me interesa y eso es lo que quiero hacer. Por otro lado, yo tengo una ventaja sobre muchos fotógrafos: muestro mucho mi trabajo. Y la fotografía se hizo para eso, para mostrarla.

-Muestras mucho tus fotografías, pero sólo una pequeña selección… 

-Ahora estoy trabajando en mi archivo y la verdad es que podría hacer varios números de muchos temas inéditos, porque me concentré en difundir sólo los temas más conocidos. De Nicaragua tengo 4 mil fotos, de Chiapas unas 30 mil. Todo mi archivo está conformado por 350 mil fotografías, sin contar el material que se quedó en El Sol de México, el Unomásuno y La Jornada.

En el número 162 de la revista publicamos fotografías inéditas de Nicaragua, porque efectivamente casi siempre son las mismas. Lo de Guatemala, por ejemplo, duró 33 años sin publicarse; se publicó en el Unomásuno y luego quedó archivado. Entonces aún tengo mucho material inédito.

– ¿Qué decidirás: ordenar tu archivo o seguir produciendo?

-Tengo mi material muy bien clasificado, siempre fui muy cuidadoso con él. A mí me podrás criticar todo, menos que fui descuidado; tengo mis archivos bien guardados. Ahora los estoy revisando para hacer una selección y también pensar qué es lo que va a pasar con mi archivo. Quiero venderlo o donarlo a una institución pública, a la UNAM o al INAH. No lo quiero dejar en una empresa privada.

Quiero que especialistas lo investiguen, porque no sólo tengo negativos, además hay periódicos y revistas. Pero también quiero seguir produciendo; ya no estoy joven, pero tengo fuerza. Mi abuelo murió a los 105 años, así que yo quiero morir a los 100.

Y otra cosa: voy a hacer un laboratorio. Para no perder la costumbre estoy tomando rollos, revelando, imprimiendo. Ahora estoy haciendo personajes en Zacatecas, quiero producir más en mi tierra, en Fresnillo. No quiero irme a Birmania, a Chile, a ningún otro lado, quiero más bien ir con los campesinos, con los mineros, con la gente de ahí. No se ha documentado lo suficiente.

– ¿Del material que has revisado, hay algo inédito que desees compartir próximamente? 

-Sí, hay unas fotos que tomé en Tacubaya, donde yo vivía, con mi cámara Instamatic. Las vi y la verdad es que profesionalmente son muy buenas fotos. No me celebro, pero me gustan. Son de 1973.

-Hablemos un poco de la revista. ¿Cuál es la pertinencia de que exista una publicación impresa especializada en fotografía en el siglo XXI?

-Pienso que aún hay personas que necesitan ver y tocar la fotografía, ver la historia de la fotografía en papel. Todavía una parte importante del ser humano tiene la necesidad de poder apreciar la fotografía físicamente. Una imagen que no está impresa se ve muy distante. No digo que sea menos o más importante, pero en mi formación es como lo veo.

En 1979, en Nicaragua, transmitir una fotografía me llevaba 14 minutos y revelar, 45. Así que en una jornada mandaba entre 6 u 8 fotografías. Incluso usaba alcohol del 96 para apresurar el proceso de secado. Todo tenía una lógica, no era el único que lo hacía. Pero te puedo decir que hoy mis negativos están mejor preservados, comparados con los de otros fotógrafos que en aquel entonces trabajaban bien.

-Has hablado de “pensar la fotografía” ¿Actualmente se dispara mucho y se piensa poco?

-Ese es un problema muy grave. Lo que quiero decir es que no se está pensando la fotografía. La rapidez de hacer imágenes porque ahora se tiene la facilidad, está cambiando mucho la manera de producir imágenes, incluso entre los fotógrafos profesionales.

Mi sugerencia es meditar la fotografía, porque no se trata sólo del disparo, se arma desde antes, se piensa desde antes, para luego disparar en el momento justo. En el diarismo las circunstancias te obligan a tomar la fotografía en el instante exacto, pero en la vida cotidiana, en el trabajo de reportaje, puedes meditar la imagen, tal y como ocurre en un texto.

Cuando se tiene tiempo de reflexionar, de meditar, es ahí donde el fotógrafo encuentra mejores posibilidades. La vida cotidiana o el reportaje es la posibilidad de que el fotógrafo pueda hacer mejores imágenes.

 

– ¿Cuál es el reto principal de una agencia como Cuartoscuro?

-En toda esta situación de crisis, el reto es sobrevivir. Nosotros somos una alternativa para muchos medios, pero no sabemos exactamente qué pasará en el futuro, porque estamos perdiendo a muchos. La difícil situación de que el gobierno no está destinando un dinero para estos medios de comunicación nos afecta: si los medios no tienen dinero, nosotros tampoco.

-Eso en lo comercial, ¿y en la parte editorial? 

-Nosotros seguimos manteniendo nuestro estilo de foto, nuestra manera de trabajar. Apostamos a darle continuidad a la vida cotidiana y a los reportajes, pese a que nos damos cuenta que los medios no los valoran. Subimos, por ejemplo, uno de ocho fotografías, y sólo publican una o dos, totalmente descontextualizadas. A los medios mexicanos les faltan buenos editores, que piensen más en el público y que se preocupen más por la imagen.

– ¿Hasta qué punto hay un conflicto de interés entre las fotografías que publicas en la agencia y tus clientes?

-Pues no lo hay. Nosotros somos una agencia que vende fotos de todos los temas. Tenemos una posición periodística, pensamos que hay que cubrir todos los temas. Nosotros, por ejemplo, hemos cubierto la diversidad sexual desde que empezó la agencia, hemos cubierto al PAN, a los guerrilleros, al presidente, cubrimos a todos; es un interés periodístico. Lo conferencia de Carlos Slim, la misa de Norberto Rivera, la conferencia del EPR, todo se los damos a nuestros clientes. El que quiera lo publica y el que no, no.

Por ejemplo, la cobertura de Ayotzinapa, la mejor la hizo Cuartoscuro, no La Jornada. El otro día mi amiga Elena Poniatowska estaba diciendo que qué hubiera sido de Ayotzinapa sin las fotos de La Jornada. Le dije: “Perdóname, nosotros fuimos los primeros que llegamos”. La Jornada no está haciendo su trabajo…

También lee: Atlas Network, la guerra mediática que busca frenar a la izquierda en AL 

Para estos momentos, Pedro Valtierra ya tiene a su alrededor a tres muchachos que quieren una firma y una fotografía; uno más, al fondo, sólo quiere despedirse. Valtierra es una celebridad que estampa autógrafos y se deja retratar. La entrevista terminó.