“Literatura tlatelolca, única fuente para saber qué pasó el 2 de octubre”

Literatura tlatelolca, única fuente para saber qué pasó el 2 de octubre

El escritor y periodista Gonzalo Martré afirma que luego de que el periodismo fuera incapaz de denunciar la matanza de estudiantes el 2 de octubre en Tlatelolco, la literatura se erigió como el único camino que tienen las nuevas generaciones para conocer lo que sucedió.

“Ante el silencio y las evasivas de la policía, y ante un periodismo incapaz de erigirse como memoria acusadora, la producción literaria surgida a partir de estos acontecimientos es la única fuente que tienen para que se enteren de lo que pasó”, estima Martré, autor del libro El movimiento popular estudiantil de 1968 en la novela mexicana (UNAM).

La literatura propagó entonces y desde entonces, lo que la crónica periodística, amordazada por la autocensura convencional, no pudo consignar en las páginas de la historia. Si los jóvenes van a la hemeroteca se van a encontrar con que las noticias sobre el movimiento y la matanza, además de escuetas, fueron hechas con información alterada. Así que el que quiera enterarse de lo sucedido tiene que ir a la literatura”.

En su libro, Martré hace un estudio puntual de estas obras, que ha bautizado como “literatura tlatelolca” y que incluye testimonio, ensayo, poesía, cuento y novela. En novela, el género más prolífico junto con el de testimonio, analizó las 30 más representativas que se escribieron sobre el tema, incluyendo la que él mismo hizo: Símbolos transparentes.

Dividió las 30 obras en tres apartados: las que abordan todos o algún aspecto del movimiento del 68, las que se ubican en aquel momento histórico, y aquellas en la que el episodio sólo se menciona por algunos de los personajes.

“Esta estructura era necesaria porque muchos lectores se confunden. Algunos dicen: «esta novela es del 68 porque es de jóvenes y transcurre en ese año», pero resulta que, al leer la novela, los protagonistas no se metieron a las protestas estudiantiles para nada.

“El ejemplo típico es Compadre Lobo de Gustavo Sainz. Casi al último, a sólo cuatro páginas del final, describe el momento en el que todos sus personajes están en una exposición en avenida Juárez, cuando de pronto ven pasar una marcha. Eso es todo”.

Títulos indispensables

Otras novelas que sí tocan el tema de fondo, se encuentran obras como El gran solitario de Palacio de René Avilés Fabila; La Plaza de Luis Spota; Muertes de Aurora de Gerardo de la Torre; y Los octubres del otoño de Martha Robles.

Sobre El gran solitario… afirma Martré que, aunque es “indispensable lectura en la saga del 68, no logra ser un buen producto literario”.

Se explica: “Siendo El águila negra (como se autonombraba René Avilés) un gran escritor, se precipitó; le falta trabajo a esta novela. Quería escribir sobre el tema y que apareciera lo más pronto posible.

“Es verdad que es la única que trata con gran nitidez la personalidad de Gustavo Díaz Ordaz, y que la sátira de un presidente que siempre es el mismo y nada más se hace cirugía estética, es muy buena, lamentablemente en donde falla es en la figura de sus personajes juveniles que no están bien dibujados”.    

Ya encarrilado, aprovecha para descabezar el texto de Spota: “La Plaza no es más que una diatriba en contra del movimiento. Lamentablemente para Spota, ahí se exhibió como un novelista a sueldo del sistema; tal vez creía en lo que estaba escribiendo, pero toda la gente que lo leyó pensó que fue pagado”.

De los siete libros de testimonio que existen, Martré destaca dos: ¡El Móndrigo! (anónimo), el primer libro editado tras la matanza, en el que se hace una denuncia en contra de los estudiantes, y La noche de Tlatelolco, la obra del 68 con mayor número de ediciones, escrita por Elena Poniatowska.

Sobre este último, asegura Martré que “es un fusil de notas” que Luis González de Alba utilizó para su libro Los días y los años. “Por razones muy personales, durante 30 años Luis calló que La noche de Tlatelolco había sido escrito luego de que Poniatowska le plagiara un sinnúmero de textos.  Después de 30 años Luis lo reveló, pero ya nadie le hizo caso. El peso de 20 ediciones ya era mucho. Si no lo reveló en su momento, más valía que hubiera callado, porque ya nadie se lo creyó”.

Al respecto, la misma Poniatowska dijo en entrevista: “Eso es totalmente falso. De hecho, todavía guardo las grabaciones de las entrevistas que realicé. Además, publiqué La noche de Tlatelolco antes que González de Alba publicara su libro. ¿Cómo entonces pude haberlo plagiado?”. Lo cierto, es que en una entrevista posterior realizada por quien esto escribe, Poniatowska aseguró que no tenía las grabaciones de sus entrevistas “porque las había perdido”.

Luis González de Alba nunca le perdonó el plagio del que la acusaba. Así lo señaló muchas veces en su columna en Milenio. Incluso en la última que publicó, el 2 de octubre de 2016, aprovechó para criticar su hipocresía con las manifestaciones sociales de 1988, “a las que no miraba ni de lejos”. La del 2 de octubre de 2016 fue la última que publicó porque ese mismo día Luis González de Alba se quitó la vida de un balazo.


Otras obras fundamentales

Testimonio

¡El móndrigo! (1969) – Anónimo

La noche de Tlatelolco (1971) – Elena Poniatowska

Los días y los años (1971) – Luis González de Alba

Ensayo

Tres culturas en agonía (1969) – Varios autores

De la Ciudadela a Tlatelolco (1969) – Edmundo Jardón Arzate

Díaz Ordaz y el 68 (1982) – José Cabrera Parra

Tlatelolco T-68 (1976) – Juan Miguel de Mora

Cuento

De oídas (1972) – Juan Tovar

El vengador – Gerardo de la Torre

La noche de la séptima llama – Gonzalo Martré

Poesía

Manuscrito de Tlatelolco – José Emilio Pacheco

Memorial de Tlatelolco – Rosario Castellanos

Nosotros estuvimos ahí – Carmen de la Fuente