Si bien los partidos políticos opositores al oficialismo se encuentran en tales aprietos que sólo su unión bajo la coalición Va por México de Claudio X. González les da cierta relevancia, el movimiento de defensa del INE, en la marcha del 13 de noviembre de 2022, que utilizaron para reagruparse, les dio una relevancia en las calles que intentan capitalizar rumbo a los comicios presidenciales de 2024.
Más de 60 asociaciones civiles (la mayoría no son más que membretes del PAN, PRI y PRD), han convocado a una marcha que esta vez sí intentará llegar el Zócalo capitalino, para “arrebatarle” al presidente Andrés Manuel López Obrador la importancia de ese símbolo, que él ha utilizado muchas veces. Obrador anunció que el 18 de marzo habrá ahí mismo una concentración convocada por él.
Ahora la causa opositora es que el Plan B, una reforma a la ley electoral, propuesta por el presidente López Obrador, sea invalidada por el Poder Judicial. El martes 21 de febrero, el ministro de la Suprema Corte de Justicia, Alberto Pérez Dayán, aceptó las acciones de inconstitucionalidad promovidas por legisladores de esa oposición y así, el Plan B no podrá ser aplicado en el estado de México o Coahuila en las elecciones de junio próximo.
El énfasis de la marcha, promocionada en medios tradicionales durante semanas por académicos, escritores y activistas, es utilizar la defensa al INE para obtener una bandera que dote de importancia social a la coalición de partidos Va por México, ordenada por el magnate Claudio X. González, esperando que repercuta en un incremento de su aceptación, que se traslade en una mejora en las encuestas.
Con una lista de numerosos aspirantes a encabezar la coalición en 2024, sin aceptación popular y sin propuestas políticas, más que la negación de todo lo que representa el actual gobierno, cualquier triunfo que Va por México pueda conseguir contra López Obrador es valioso, porque le seguirá dando expectativas a la coalición, en escenarios que en estos momentos no les favorecen en absoluto.
El 18 marzo, el revire de AMLO
Desde días previos a la primera marcha contra el INE, en noviembre, López Obrador declaró que los que marchaban a favor del Instituto, defendían la corrupción, y que lo que buscaban era el regreso de un régimen en que ellos tenían privilegios y se beneficiaban de la corrupción. Para la marcha del domingo 26 de febrero de 2023, su discurso no varió, pero pronóstico que habría gran asistencia.
Aunque también anunció que, para festejar el Aniversario de la Expropiación Petrolera, el 18 de marzo habría una manifestación, también en el Zócalo, que serviría para contrarrestar la relevancia que los medios corporativos dan a las marchas de la oposición. López Obrador tardó 10 horas en marchar el 27 de noviembre en un evento que logró opacar por mucho la manifestación de Defensa al INE.
De ese modo, la concentración por el aniversario de la expropiación petrolera es otro símbolo que utiliza el presidente Obrador para dejar claro no sólo su indudable músculo en las calles, sino aclarar que mientras los conservadores agrupados en torno a una supuesta defensa al INE defienden la corrupción de los regímenes anteriores, el suyo defiende los logros populares como la nacionalización petrolera.
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El veredicto de la Corte de Nueva York en el que un jurado encontró culpable a Genaro García Luna, exsecretario de Seguridad Pública de Felipe Calderón, también se esperaba que tuviera un notable impacto en la concentración de la oposición, aunque al cierre de esta edición, los organizadores de la marcha ya se habían deslindado de cualquier relación con el exfuncionario panista.